Una noche estaba solo en
casa y al entrar en mi habitación, veo a un hombre en ella. Este me
amenazó y me dijo:
-¡Abre la caja fuerte!
Andando, que es gerundio. ¡Te has metido en la boca del lobo!
Obedecí, sino hubiese
metido la pata, pero por el camino empecé a tirarle de la lengua y
el ladrón me dijo: “Estás tramando algo lo sé, más sabe el
diablo por viejo que por diablo”.
Pensé que había metido la
pata, debí de haber cerrado bien la puerta.
De repente, se oyó una
sirena, parecía la policía, pero sin embargo, el ladrón no se
asustó y me dijo que me pusiera las pilas. Le desobedecí y le dije:
“No me vas a hacer nada, eres un perro ladrador poco mordedor”.
Se quedó de piedra, parecía que el gato le había comido la lengua.
En ese momento entró la
policía y lo desenmascaró… ¡Era más feo que Picio! Y entonces,
oigo una voz… ¡Despierta, despierta! ¡Que llegas tarde al
instituto!... Me di cuenta que al final todo había sido un sueño…
¡Estaba más claro que el agua!
Adrián Díaz Albert, 1º
ESO-D
CREACIÓN
LITERARIA
Parodia
idiomática
1ºESO
B-D
Yo
me asocié con Juan por aquello que más ven cuatro ojos que dos y
porque lo que uno no piensa, se le ocurre al otro. Así que me dijo
más claro que el agua, “tú has metido la pata”, porque Juan...
¡no tiene pelos en la lengua!
Yo
había metido la pata hasta el fondo, porque me caí de la bicicleta
y me rompí una vértebra. Me había metido en la boca del lobo y mi
madre me iba a matar.
Un
día nos fuimos a pasear y, como ya he dicho antes, Juan no tiene
pelos en la lengua, cada vez que pasaba una persona le gritaba,
“pareces un loco”, pero yo le decía, “no juzgues a un libro
por su portada”, pero él como el que oye llover. Es cierto que
metimos la pata y tiramos la casa por la ventana, pero es mejor
prevenir que curar...
La
verdad, la verdad es que me asocié con Juan, porque culo veo, culo
deseo y él tenía muchos secretos interesantes. Así que le intenté
tirar de la lengua. Finalmente, no me dijo nada y le mandé a freír
espárragos.
Una
mañana me levanté muy temprano, porque como suelen decir, quien
madruga Dios le ayuda, y también porque tenía que ir al instituto.
Ese
día llegué tarde, pero mejor tarde que nunca… Tenía un examen,
pero como no había estudiado, me intenté copiar, pero el profesor
me pilló, porque más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Al
final, en el examen saqué un cinco y mi madre me regañó y pensé:
“Ahora, ¿qué hago? Me he metido en la boca del lobo. Pero… mi
madre hubiera hecho lo mismo, y por eso… de tal palo tal astilla.
Mª
Victoria Villegas, 1ºESO-D
Aquel
hombre era extraño. Tenía una bolsa y vestía de negro. ¡Más
claro que el agua!... Es un ladrón, me dije. El hábito hace al
monje, pero mejor no critiques al libro por la portada. Me acerqué a
ver si le podía tirar de la lengua, porque yo no tengo pelos en la
boca. Sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo. Le pregunté,
pero parecía que se le había comido la lengua el gato, por algo
perro ladrador, poco mordedor. Me fui, porque no me contestó…
Bueno, ¡agua pasada no mueve molino!
Manuel
Rubio Sánchez, 1ºESO-D
Llegó un compañero nuevo a
la oficina. Era un hombre muy raro, pero las apariencias engañan. Le
intenté tirar de la lengua, pero él tenía más que cuento que
calleja. Iba mal vestido, pero no critiques el libro por la portada.
Tuve una conversación con él, pero se me hizo un nudo en la
garganta. Él se cabreó conmigo y yo con él, porque no estábamos
de acuerdo en una cosa y le mandé a freír espárragos. A
continuación, me pidió perdón y le perdoné, porque agua pasada no
mueve molino.
Al cabo de un rato, perdí
mi bolígrafo y me estresé y me dijeron que no me ahogara en un vaso
de agua. Me senté en mi silla y me sentí como pez en el agua. Al
día siguiente, hablé con él de nuevo y parecía que se le había
comido la lengua el gato.
Maxime
Laperdix, 1ºESO-D
Era mi cumpleaños, mi
hermano y yo nos despertamos de repente, porque quien madruga Dios le
ayuda y de tal palo tal astilla. Los dos pedimos desayunar pan con
aceite y tomate, porque éramos uña y carne. Cuando salimos al
jardín de nuestra casa vimos a un hombre. Me acerqué para
saludarlo, pero mi hermano me tiró de la camiseta y me dijo, “las
apariencias engañan”.
El hombre se dirigió hacia
nosotros: -¡Hola, enanos! Tenía la lengua sucia. Se fue y entró en
nuestra casa como Pedro por su casa…
Más tarde, le tiré un poco
de la lengua a mi madre, porque quería saber qué me habían
comprado por mi cumpleaños, pero ella me contestó bruscamente que
me fuera a freír espárragos. Cuando fuimos a comer tenía más
hambre que un perro. Tomé filete de cerdo con patatas. ¡Estaba
riquísimo!
Pasaron las horas, hice los
deberes porque no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Pasaron
los segundos, los minutos, los días… Mi madre se olvidó de mi
regalo de cumpleaños y se lo recordé. Ella nerviosa me dijo: -Es
que tengo mucho trabajo.
Yo no me dejé engañar y le
respondí: -Mamá, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
Al día siguiente, mi madre
me compró un álbum digital con todas las fotos que me han hecho…
¡Mejor tarde que nunca! Les di un beso a mi madre y a toda mi
familia, porque una imagen vale más que mil palabras.
Miguel Ruchko, 1ºESO-D
Sofía, Adela y Macarena
eran tres amigas como uña y carne.
Sofía siempre llegaba tarde
a clase y los compañeros le decían: -Más vale tarde que nunca.
Sin embargo, Macarena que
llegaba siempre diez minutos antes a clase le decían:
- Quien madruga Dios le
ayuda.
Adela hacía siempre los
deberes a diario, incluso los días que el profesor no mandaba. Así
que el profesor le decía: - Muy bien, Adela, no dejes para mañana
lo que puedes hacer hoy.
Natalia Macías, 1ºESO-D
Estaba
en mi casa cuando tocaron a la puerta. Era un hombre para quejarse de
que tenía la televisión muy alta. Tenía la cara de atar los perros
con longaniza, pero las apariencias engañan. Estuvimos un rato
discutiendo y al final lo mandé a freír espárragos. Cerré la
puerta. Más tarde subí a pedirle disculpas, porque agua pasada no
mueve molino.
Yessenia
Paredes, 1º ESO-B